El año pasado el francés Nicolas Pabois nos encargó una gaita muy especial, con un torneado personalizado tipo medieval, entonces desconocíamos el destino que le esperaba: cruzar el planeta hasta llegar al Polo Sur. Allí, en medio de la Antártida, sacó unas fotos tocando la gaita que luego nos enviaría, acompañadas de este texto donde nos felicitaba por su calidad:

“Me enviaron este invierno a una base científica en la Antártida, y no queriendo separarme de mi gaita, me arriesgué a llevarla hasta allá. E incluso a -40 grados no desafinó! Así que podeis certificar en vuestra página web que vuestras gaitas pueden sonar hasta en el Polo Sur! Os envío algunas fotos, esperando que os gusten”.

Por primera vez una gaita llegaba a la Antártida y era una gaita Seivane. Unas imágenes evocadoras que reflejan hasta donde somos capaces de llegar y los caminos que entre todos somos capaces de abrir y recorrer.